El ascenso de los hijos de Usna

¿Cuáles son los tramos que vamos saltando hacia la vida/ cuando la eternidad queda insensible/ y cruza, a un gesto, el orbe,/ como una pesadilla sin rostro ni forma? Esta interrogante que el poeta Oscar G. Otazo nos lanza en uno de sus poemas, pudiera ser el leitmotiv de EL ASCENSO DE LOS HIJOS DE USNA. Porque este es un libro que está signado por una profunda introspección del alma humana. El alma humana vista como un ente desvalido y fugaz ante esa eternidad insensible o esos dioses que tienen como final destruirte de que nos habla el poeta.

Un libro orgánico y desapacible

Quien pretenda buscar esperanzas, consuelo, mentiras apacibles, no ha de acercarse a este libro. Solo quien procure la verdad descarnada, desde una poética contundente, inobjetable, sin adornos inútiles, podrá disfrutar sus páginas.

Este es un libro total. No solamente por la organicidad de sus textos, ni por sus temáticas aparentemente afines o por la voz del poeta que se alza inconfundible en cada poema; es un libro total, en primera instancia, porque se cierra sobre si, para crear su propio universo, un universo que a pesar de tener sus límites formales es a su vez infinito, como la ciclicidad eterna de un círculo.

Por eso el poeta prefiere los espacios abiertos, la geometría circular, la eternidad imposible.

Develación de nuestros temores

Cuando lean EL ASCENSO DE LOS HIJOS DE USNA, cuando lo lean realmente, no me refiero al simple acto de percibir las palabras, comprenderán que este libro, a pesar de su carácter profundamente intimista, declara nuestros temores, o al menos el mayor de todos, que no es, como pudiera imaginarse, el temor a la muerte, sino más bien el miedo a una vida baldía.

La omnisciencia de los hijos de Usna

Alguien recordó, comentando el libro, un fragmento de los versos sencillo de José Martí citado has la saciedad: Yo vengo de todas partes/ y hacia todas partes voy… pero sigo pensando que no es la cita más feliz para este libro. El artista, el verdadero, está en algún sitio que se inventa, un sitio dentro de su obra. EL ASCENSO DE LOS HIJOS DE USNA no va hacia ningún sitio, él está en sí en todas partes, él es el sitio, el hombre por el contrario, generalmente está donde puede.

Entonces podemos ver y sufrir en estos versos la inmortalidad usurpada del alma de los druidas bajo las ruinas circulares de Stonehenge, la inútil expiación del hijo del hombre, la mágica Alejandría que se pierde, más sin dejar de ser el que ahora sufre, desde el presente, porque al final de estas páginas comprendemos que somos parte de esta humanidad que irremediablemente está destinada a lo efímero o, citando los versos del autor, Solamente soy un hombre cayendo sin tregua/ en tu empolvada memoria hacia el universo.