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La libertad individual, la verdadera libertad

Publicado en por isbelg

La libertad verdadera es la del individuo, no la de la sociedad, ese ente que las garras del poder y sus mentes urdidoras pretenden totalizar.

 

Cada ser es una entidad sitiada por sus propios intereses y necesidades, por tanto toda restricción externa a su propia conciencia va en detrimento de su libertad.

 

¿Está el hombre listo para ser libre? La libertad (Delacroix)

 

Ahora bien, cabría cuestionarse entonces: ¿Es conveniente la libertad del hombre?, o cuanto menos ¿está o estará en algún momento el ser humano preparado para su verdadera libertad? Para sortear toda subjetividad, no ha de abordarse la predisposición o no del hombre para asumir su plena libertad. Por ello solo ha de sugerirse acaso, que el hombre no está condicionado aún para el libre albedrío, este, ciertamente, constituiría su total extinción.

Esa libertad sin límites, a la que inevitablemente tiende el hombre, pues es parte de su naturaleza, es una bella esperanza, y una aspiración ineludible, y solo las mentes obcecadas o los déspotas negarían tal proyecto. Este plan, llámese (ya que el hombre es tan propenso a clasificarlo todo) cristianismo, comunismo, o cualquier otro concebido o no por la mente humana, no es, sin embargo, factible en el momento histórico actual, mucho menos en épocas precedentes, pues sus inclinaciones no le permiten perdurar en la mutua convivencia bajo una libertad salvaje.

 

Los mecanismos de poder y la sociedad

 

Aunque, el otro extremo del problema es no menos insalvable, a saber, la necesidad de un estado de coacción que lo preserve de su estado salvaje.

Kant señala que esta autoridad ha de tomarla el hombre solo de la especie humana, a lo que pudiera agregarse que la historia ha demostrado que ese jefe de justicia pública también la ha tomado el hombre, tal vez desconfiado de la virtud de sus semejantes, de otras entelequias. Pero estas últimas, llámense dioses, oráculos, o cualquier otra, son en última instancia, y para no entrar en discusiones subjetivas o científicas, mucho menos metafísicas ni teológicas, entes cuyas leyes son transcritas, incluso, tamizadas por los hombres y dichas leyes son, por demás, aplicadas por los mismos hombres, lo cual nos llevaría al dilema inicial.

 

¿Evolución individual o social?

 

Respecto a los planteamientos de Kant sobre el tema, existen dos aspectos señalados por él que pudieran ser muy cuestionables, estos son:

 

1.     En cuanto al hecho de que el individuo no avanza hacia el bien, y que solo la comunidad de ellos, es decir, la sociedad, mediante la anulación recíproca de los males contrarios, puede lograr este objetivo.

 

2.     (Consecuencia directa de la primera) No la conciencia humana, sino la neutralización de los diferentes intereses entre los estados u otras fuerzas antagónicas, serán capaces de mantener la paz y la mutua convivencia.

 

No hay evolución social sin la evolución individual

 

Respecto al primer planteamiento, pensar que la sociedad puede avanzar hacia el mejoramiento, principalmente en el sentido moral, sin el avance de cada uno de sus individuos (y en este sentido no se está siendo absoluto, se refiere, entiéndase, a la mayoría de estos) es una falacia, un absurdo total.

La segunda afirmación que, se desprende de la primera, es igualmente inaceptable. Sin cuestionarse (en el segundo de estos, pues el primero es, tal vez, absolutamente incierto) si es el único modo o no que ha existido para mantener la coexistencia pacífica entre los hombres, si es el único posible en estos instantes o en el futuro, en ambos casos, se estaría apostando eternamente en el azar; pues el hombre como ente individual no evolucionaría según este filósofo.

Sería como afirmar que nuestro futuro, el futuro de toda la raza humana, ha de tambalearse al borde de un abismo, a merced de la más leve brisa desestabilizadora per saecula saeculorum.

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